martes, 4 de septiembre de 2012

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Hemos dejado de ser críos.
Ya no jugamos con Barbies ni Nenucos.
Ya no cogemos el ordenador sólo para dibujar en el Paint.
No nos hacemos fotos en la bañera con un pato de goma.
Queremos ser más independientes.
Hacer pócimas con los champús en la bañera.
Tiempos en los que las únicas pastillas que se tomaban, eran las de las bolsas de chucherías.
Donde no nos importaba de quién fuese el cumpleaños, teníamos que ser nosotros quienes abriésemos los regalos.
Y, ahora, ya sólo pensamos en encontrar a alguien que nos corresponda y nos dé los "buenos días princesa". No soportamos a las niñas que se comportan como Babies y son unas repelentes. No nos pueden separar del ordenador porque estamos enamorados de alguna persona que hay tras él. Las fotos en la bañera son de, mmm, señoras de esquina. Hemos ido creciendo, dejando a personas en el camino y madurando con los daños, no con los años. Pero, aunque haya muchas cosas que han cambiado, algunas siguen siendo las mismas. Yo, personalmente, hay veces que no soporto a mis padres pero, luego me doy cuenta de que hay veces en las que no hay quien me soporte a mí. Y los comprendo. Les doy un beso en la mejilla y les sonrío. Hay amigos que han estado ahí, en las buenas y en las malas desde los cuatro años. Y hay otros que han llegado a mi vida y se han ido de la misma forma. Hay ratos en los que me apetece ser una inmadura. Tirarme por los toboganes y caerme de culo. O hacer pompas con la pajita del batido. Así, sin más. Y hay otros ratos en los que tengo que ponerme seria porque, si no, me choco de frente con la realidad. Pero, sobre todo, me he dado cuenta de que todas las veces que he sonreido en esta vida, han sido por algún motivo. Que cuando he llorado, ha sido por otro. Y ya me he cansado de estar así. Pasar de feliz a estar hecha una mierda por tu culpa, no cariño. Que tú no hayas madurado y no sepas ni lo que quieres, no es mi culpa.

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