lunes, 2 de abril de 2012

Capítulo 8.

-Adiós Derek, nos vemos la semana que viene.
-Sí, supongo, adiós.
Mi hermano se aleja con su nuevo coche. Subo las escaleras y llego a mi santuario, mi apartamento, el único sitio donde nadie puede replicarme nada ni darme órdenes. Colins ha escuchado las llaves y está en la puerta ladrando. Abro y se me echa encima. Pone sus patitas sobre mis rodillas y yo, le acaricio la cabeza. Por fin alguien agradable, dentro de lo que cabe. Enciendo el ordenador para mirar el correo que me mandó aquel tipo del curso de dibujo. Tengo la cabeza dividida. Una parte me dice que no debo defraudar a mi padre y la otra, que en aquel curso está mi futuro. Por lo que veo, tengo varios correos en mi bandeja de entrada. Propaganda. Curso de fotografía. Contrata una tarifa de teléfono. Correo basura. Eliminar. Me he quedado con un poco de hambre y voy a la cocina a por algo para picar. Miro por la ventana. La luz del cuarto de baño del apartamento de Andrea está encendida. Pero, por desgracia, no es ella la que está en el cuarto de baño. Es Jeil, que está bajando las persianas. Al lado, hay otra ventana con la luz encendida. Está enfrente de la ventana de mi habitación. Voy al cuarto. Allí está, tumbada en la cama ojeando una revista. Esta vez, sí es Andrea. Golpeo el cristal, sin mucha fuerza, la suficiente para que me oiga. No me ve. La llamo al teléfono.
Suena su voz al otro lado.
-¿Diga?
-¿Qué haces?
-Nada, ojeando una revista de fotografía...
-No sé por qué, tenía el presentimiento de que estabas haciendo eso.
-¿Eres adivino?
-No, es que te estoy viendo tumbada en la cama.
-¿Co...cómo que me estás viendo?¿Has puesto cámaras en mi habitación para espiarme?-mira a todos lados sin saber cómo la estoy viendo.
-Puede, mira por la ventana-apago la luz para que no me vea.
-No se ve nada, está todo oscuro-la enciendo.
-Hola-le hago un gesto con la mano.
-Al e crash jan o e ces hí?
Se ha cortado el teléfono. Mueve los hombros sin saber lo que ha pasado y me mira. Le digo que espere un momento. Cojo un cuaderno en blanco, con hojas grandes y un rotulador negro. No estamos muy lejos, así que podremos hablar perfectamente. Me imita y coge otro cuaderno y un rotulador gordo negro. Se ríe. <<¿Tanto me echas de menos que tienes que hablarme por cartas?>> dice. Le respondo. <<Puede pero, tú, me sigues el rollo >>. Continúa. <<¡¡Qué día de locos!!>>.Jugamos.<<Has encontrado a tu príncipe azul(osea yo), tienes que estar contenta. Participa ella también.<<Claro, claro. El que no parece contento eres tú, te noto menos egocéntrico.¿Problemas?>>. <<No, sólo un mal día>>. <<Es un poco tarde, ya hablamos mañana en el café>>.<<¿Aguantarás tanto tiempo sin mí?>>. <<Ponme a prueba...Por cierto, mañana, dame tu e-mail, tengo que mandarte algo>>. <<Vale, buenas noches princesa>>.<<Adiós, sapo>>. Me mira picarona y, antes de que pueda contestarle, apaga la luz. Divertido juego. Un sapo. Quizás ella tenga que volver a besarme para que se rompa el hechizo y me convierta en príncipe. Alejandro, ya hasta fantaseas con cuantos de hadas.¿Qué te está haciendo esa chica? Yo también apago la luz de la habitación. Vuelvo al salón. Saco una carpeta con todos los bocetos que llevo haciendo desde que tengo uso de razón. De pequeño, sólo dibujaba monigotes y les daba movimiento. Con catorce años, me fijé en los animales y empecé a desarrollar la pintura que se acercaba más a la realidad, con dieciséis, me centré en los grafittis y los cómics de héroes y ahora, lo mezclo todo. Antes,estaba casi siempre solo y, tenía mucho tiempo libre. Por eso, me encerraba en mi habitación hasta las doce de la noche, a escondidas, a dibujar. Pensaba que el lápiz era un héroe que tenía que crear una escalera en un mundo en blanco para llegar a lo más alto. Cada línea era un peldaño, un peldaño que lo acercaba a una nueva creación, un nuevo descubrimiento. Ese descubrimiento, era un tesoro que el aventurero tenía que encontrar. Claro, no era fácil subir hasta la cima. Estaba la goma que borraba muchos peldaños y lo hacía caer, retrocediendo todo lo que avanzaba. Y el héroe volvía a levantarse, subiendo y subiendo hasta que conseguía llegar arriba. Si le contase esta historia a alguien, no me tomarían en serio, se reirían de mí. Ni si quiera de pequeño se lo dije a nadie. Sólo dibujaba, sin motivos. Lo gracioso es que, en Plástica, era penoso. No sabía hacer nada. No era lo mismo. En la asignatura, te obligan a hacer algo en concreto. Cuando soy yo quien dibuja, es mi creatividad la que decide lo que voy a plasmar sobre el papel y pum, surge algo raro que me gusta.
Tengo sueño. Tendría que descansar. Quién sabe si mañana tendré que salvar a mi damisela de apuros...Me río de mí mismo y Colins también lo hace. Dejo la carpeta donde estaba, con todos los bocetos en orden y, antes de irme a dormir, miro otra vez por la ventana. Está dormida. Me tumbo en la cama y termino pensando que lo de colocar cámaras espías en su habitación, tampoco era tan mala idea...

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