No me gusta pensar que mi vida se ha convertido en una rutina y que ya nada se sale de lo corriente. Un cola-cao caliente por las mañanas. Esa manía de cambiar el conjunto que preparé la noche anterior por otro.Mirarme trescientas veces en el espejo antes de salir de mi casa. El típico día de instituto. Las charlas de los profesores, las montañas imposibles de escalar compuestas por esos ejercicios de Matemáticas que ocupan toda mi tarde y la lluvia. Me entretengo, me gusta ver el agua caer sobre los cristales empañados. Un rato frente a la televisión no me viene mal. Cambio de canal, nada. Tele-basura. Quizás lea un poco. Al fin y al cabo, no hay otra cosa interesante que hacer. No estoy de humor. Desconecto. Prefiero dar vueltas sobre la cama y pensar sobre mi aburrida vida.¿Y por qué tuviste que cambiar todo esto? Ahora prefiero que todo hubiera seguido como antes. El cola-cao está frío.Me miro trescientas y una veces en el espejo antes de salir por miedo a encontrarme contigo y estar mal. Los conjuntos los cambio no una vez, cinco. Los nervios en el instituto. Verte y empezar a sonreír. Esperar a que llegue el momento para verte. No pienso quizás tanto en lo que dicen los profesores. Los ejercicios los hago más rápidos. Miro por la ventana, llueve. Pienso en que allí podríamos estar los dos bajo la lluvia. No cambio de canal busco alguna película de risa o romántica para ver. Leo. Cambio los nombres de los protagonistas por los nuestros y nos imagino en esa situación. Me conecto. Sigo dando vueltas sobre la cama y pienso en cómo actuar cuando te vea la próxima vez. Mis pensamientos no son los mismos que antes.
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