Las gotas de lluvia caen y empieza a formarse el océano. Requiere su tiempo, es algo costoso y difícil de llenar. Se puede conseguir, de hecho, se consigue. La marea en calma. Las gaviotas sobrevuelan el mar con miradas acechantes, listas para atacar a los peces que nadan en su interior. No presagian nada bueno. Una tormenta cubre de gris el cielo. Las nubes han tomado el mando junto con el viento y las fuertes olas que rompen contra los salientes. Ya nada está tranquilo. Las gotas, enfurecidas, descienden desde las nubes dispuestas a romper la calma de la superficie marina. Se oyen truenos a lo lejos. Los barcos se balancean bruscamente, mecidos por las alocadas olas. Pasa un tiempo. Todo vuelve a la normalidad. Las gaviotas ya se han ido y la marea vuelve a tener el mismo ritmo sereno y silencioso de siempre. Se puede notar una suave brisa marina que arrastra consigo las nubes grises y deja que el sol asome tímidamente.
Todo esto sólo es una tímida comparación con cada una de las etapas por las que tiene que pasar una relación.
Los pequeños sentimientos van llegando e inundan el corazón de una persona haciendo que se fije en otra y empiece a verla con otros ojos diferentes. No se fijará en mí, piensa ella indecisa. Pero todo puede pasar, de hecho, un día pasa, él se fija en ella y empieza a haber una conexión especial entre ambos. Todo es bonito al principio. Hasta que otras personas empiezan a entrometerse y sacan pequeñas imperfecciones como si fueran peces en el mar. Corren rumores falsos, mentiras que acaban con la perfección del principio. Ya no son ellos los que deciden cómo marcha la relación y si va a seguir adelante o no. Llegan las broncas. Discusiones todos los días. Apenas se llaman. Habrán decidido darse un tiempo hasta que pase la tormenta. Estos rumores, estas mentiras y falsedades han ido rompiendo la capa que protegía su frágil amor hasta que le han hecho una grieta y todo ha empezado a desmoronarse. Bueno, casi todo. Tarde o temprano los rumores se esfuman, la gente se aburre y empieza a meterse en las vidas de otros dejando tranquilos a los dos enamorados. Estos, han descubierto que no pueden vivir el uno sin el otro y han retomado su relación donde la dejaron, en la perfección del principio. La marea está tranquila. Los peces siguen dentro del mar y las gaviotas no han dado señales de querer volver pronto.
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