sábado, 10 de marzo de 2012

Capítulo 1.



1


Aún no sé por qué yo seguía intentando arreglarlo todo, quizás porque estaba demasiado enamorada para darme cuenta de que él me trataba como su juguete y que no había otro motivo por el que me quería sino por divertirse un rato y probar nuevas optativas, nada más. Me llamo Andrea, y este es el error más grande que he cometido en mi vida.
El verano pasado estuve en Nueva York de vacaciones. Culparía a mis padres por llevarme a aquel estúpido viaje pero, ellos no sabían que esto podía pasar. No tienen la culpa de nada. Pensaba quedarme en la ciudad unos días, yo sola. Mis padres salían mañana con el primer avión pero,como en todos los viajes, habían planeado la misma ruta turística de siempre, solamente cambiaban la ciudad, los nombres de los museos y algún que otro monumento. Por lo demás, todo seguía siendo igual: el tráfico, el calor sofocante, el conductor del metro con su vocecilla particular detallando cada fecha, un niño que llora y el típico adolescente con sus cascos, zapatillas de deporte, pantalones anchos y una mirada escondida tras una gorra de NY. No sé, puede que no fuera el típico adolescente que yo pensaba. A saber cuántos rolletes distintos tenía por ahí, en cuántos líos estaría metido y cuántas noches habría tenido a sus padres despiertos hasta las siete de la mañana sin respuesta. Pero detrás de tanta rebeldía tendría que haber algo que lo motivase.
Cuando llegamos a la estación de metro, él cogió una bolsa de camuflaje, se la echó al hombro y salió con fuerza pegándome un empujón. Me había equivocado. Era un adolescente más. Por lo menos tengo el brazo en su sitio. Dejémoslo pasar. Hay algo que nunca olvido llevar en nuestros viajes: mi cámara. Me gusta inmortalizar cada rincón por el que pasamos y después inventar alguna historia que acompañe a la foto en mi álbum de recortes.La madre naturaleza me llama. Les sugiero a mis padres que me esperen un momento en una cafetería con un aire acogedor que hay en frente de la estación. Me piden que me de prisa. Esperan ver la ciudad en tan solo medio día. No funcionan los servicios y voy a los del metro. Bajo corriendo las escaleras del metro y entro en el servicio de caballeros por equivocación. No hay vuelta atrás, no puedo aguantar más. Ahora le doy las gracias a la azafata de vuelo por traerme tantos refrescos...
Me siento y empiezo a mirar a mi alrededor. Las paredes están llenas de nombres, corazones, insultos y tachones con rotulador permanente. Me pregunto si Gina y Jorge aún seguirán juntos y si Joana habrá dejado de ser una prostituta. ¿Qué ha sido ese ruido? Alguien ha entrado en el servicio de al lado. Me mantengo callada para no ser descubierta. Parece que llora y que tiene ganas de gritar. Lo entiendo, ahora mismo yo también tendría ganas de gritar y de salir corriendo. Me pica demasiado la curiosidad y me quedo un rato más a escuchar. Parece preocupado por algo y cree que está solo en aquellos escasos metros cuadrados. Ingenuo, si él supiera...Es la señal. Va a salir ya. Abre la puerta y se queda un rato mirándose en el espejo.

-Seas quién seas, sé que estás ahí, así que ya puedes salir. Hace rato que he notado tu presencia ¿o acaso me ves cara de tonto?
-Lo siento, es que me daba vergüenza salir...-no sé muy bien por qué le contesté, pero lo hice.
-Ostias, me parece que alguien no tiene muy claro que miembro genital tiene ¿no?
-Mira, nos ha salido gracioso aparte de imbécil...
-No te enfades que solamente era una broma. Nos vemos.

Se rió y salió corriendo. Su cara me resultaba bastante familiar, bueno lo que se podía apreciar de ella...¡Ya está! Es el chico que me empujó en el metro. Si lo hubiera reconocido antes le hubiera ajustado las cuentas. Encima, he perdido mi agenda, a saber dónde está...
Me he retrasado más de la cuenta. Mis padres estarán como locos preguntándose dónde estoy y preguntando por la calle en un idioma medio hablado si me han visto. Llego sin saber cómo a la cafetería y puedo comprobar que conozco lo bastante bien a mis padres...

-Papá, mamá, estoy aquí.¿Nos vamos ya? Aún queda mucha Gran Ciudad por ver.
-¡Lorenzo!¡Lorenzo! ¡Está aquí!¡¿Dónde se supone que has ido, al servicio de España?!
-Mamá, no exageres. He tenido algunos inconvenientes para encontrar el baño.
-Está todo bien ya, dejadlo tal cual. Luisa, si no nos damos prisa, no llegaremos a la visita guiada del museo.¿Vamos, mis queridas damas?
-¡Papá, me prometiste que dejarías esas bromas en casa! Jajaja

La verdad es que mis padres son los mejores. Estarán un poco locos pero me comprenden como nadie. Su ruta turística por un día me ha sido de gran ayuda, ahora estoy más o menos ubicada en la ciudad y me puedo desenvolver bien por sus calles. Nueva York es estupenda. Tiene una parte rupestre y una parte urbana. Hubiera preferido que mi nuevo apartamento estuviera en la parte rupestre para librarme del tráfico y del ruido que no me permiten prepararme como yo quisiera para los exámenes pero, mis padres han pensado que estaría demasiado alejada de la ciudad y que me costaría más llegar a la universidad desde allí. El apartamento tiene algunos desperfectos aunque no me importa, no hay nada que un buen fontanero y un buen electricista no puedan arreglar. Mis padres se han puesto a llamar al casero y le han echado la bronca. Pobrecito, sé lo que son las broncas de mis padres y no son nada agradables. Me da un poco de pena despedirme de ellos esta noche aunque me alegra haberme independizado al fin. Todavía quedan dos meses antes de que empiece la selectividad y yo estoy deseando estrenar mi cámara nueva en una ciudad completamente desconocida para mí.
Parece que el destino no está de mi parte. Tras dejar a mis padres en el aeropuerto después de abrazos, besos y largas, largas despedidas, mi madre ha conseguido soltarme al fin pero, no creo que hoy sea un buen día para caminar por la ciudad. Ha empezado a llover y yo no veo nada por mucho que le de a los parabrisas. Los cristales están empapados por las gotas de lluvia. ¡Allí hay una estación de servicio! Pararé a repostar y luego me tomaré un café, a ver si así me despejo.
Para ser una gasolinera, está bastante coqueta. Al fondo hay un chico misterioso. No consigo verle la cara pero, al parecer, está viendo un partido de fútbol americano. Me acomodo en una silla de madera recientemente colocada allí. Aún huele a madera recién barnizada. Saco un libro del bolso: los misterios de Evelin. El chico se ha dado la vuelta. Es rubio de ojos castaños. Piel delicada y sonrisa picarona. Está intentando ligar con la dependienta. Ella se resiste pero al final le da su número de teléfono. El chico vuelve la vista atrás, la mira y le dice adiós. No la llamará. Solamente quería probar sus dotes masculinas. Entra alguien seguidamente. No me entretengo en mirar quién es y sigo leyendo. Pide un batido de chocolate, demasiado infantil aunque tentador. Me paro un momento y siento como el corazón se me acelera. Conozco esa voz, no hace mucho que la he escuchado. Es él otra vez. Me ha reconocido y ahora está sentado en una mesa cercana a la mía. Le ignoro y me hago la ingenua aunque me cueste. Me están llamando. Que raro, es un número desconocido y no se quién puede ser. En casa es muy temprano todavía. Decido cogerlo porque no hay nadie en la sala y además, él parece que ha desaparecido.

- ¿Diga?
-¿Has decidido ya qué miembro genital tienes?
-¿Te importa tanto?- aquella equivocación sólo me vio cometerla una persona y seguro que es la misma que tiene mi agenda.
-Puede. Me gustaría quedar contigo fuera de aquí,¿te apetece?
-¿Por qué debería ir contigo?
-Porque no tienes nada mejor que hacer y ,encima, lo estás deseando.

Aunque me costase admitirlo, tenía razón. Estaba demasiado intrigada en su aspecto misterioso y la vida que se escondía detrás de él.
-De acuerdo, ¿a qué hora y dónde?- acepté sin poder resistirlo- Soy nueva, no conozco mucho esto pero tampoco soy fácil de impresionar.
-Lo conseguiré. Te espero en la puerta para que no te pierdas.

Colgó el teléfono. Pagué el café y me quedé contemplando aquel lugar por unos segundos. Nunca pensé que aquella pequeña y coqueta gasolinera, fuera el principio de algo tan grande.
Seguía lloviendo, cada vez con más fuerza. No se veía nada, ni si quiera de cerca pero, entonces, pude distinguir una voz serena entre tanto caer de gotas. No podía ser otra persona, allí estaba, esperándome tal y como me había dicho. Estaba apoyado en una moto negra como la noche. Un nombre en letras metálicas podía distinguirse entre las gotas de lluvia: Leticia. No sé por qué estoy haciendo esto, vamos Andrea, acabas de conocerlo y no sabes ni cómo se llama. Mis pensamientos se ven interrumpidos.

-Estás helada, no deberías poner en juego tu salud con tal de ir provocando así vestida a la gente.
-¿Me lo está diciendo el que va de rapero sin serlo?- no debí decir eso.

Un silencio nada acogedor y bastante incómodo. Hago ademán de irme pero, él se ha acercado y me tiene cogida por la mano. No parece dispuesto a ceder.

-Todavía no te he enseñado la ciudad. Monta en la moto y vámonos o llegaremos tarde.
-¿En la moto? Ni hablar, voy a coger una pulmonía. Además, ¿llegar tarde a dónde?
-Es una sorpresa, confía en mí o ¿acaso tienes miedo?

En realidad no era eso lo que temía. Al fin y al cabo, soy la primera que se pone a dar carreras de un lado hacia otro sin parar cuando empieza a llover. Lo que temo es montar en moto.

-No seas tonta, son sólo gotas de agua. Yo te presto mi chaqueta si quieres.
-Te veo muy interesado en llevarme atrás en la moto.
-¿Quieres ir delante? Por mí no hay problema. Ahí tienes las llaves.
-El caso es que no quiero ir en moto contigo porque viendo tu actitud, sé que eres un bruto.
-Mi querida niña, no sabes con quién estás hablando.
-¿Cómo voy a saberlo si ni siquiera me has dicho tu nombre?
-Alejandro, ahora que ya lo sabes, sube a la moto. No tenemos mucho tiempo y tendré que ir más deprisa por tu culpa.
-Acabemos cuanto antes.

Me monté en la moto sin pensármelo otra vez, sin saber dónde me llevaba Alejandro y con las piernas inmóviles. El motor rugía seguro. Una vez en marcha, todo era distinto...tenía esa sensación
diferente, entre miedo y libertad. Por fin me sentía viva sin saberlo.
La calle estaba empapada por los charcos provocados por la lluvia. No había muchos coches en la calle. Todo estaba iluminado por las luces que salían de los miles de locales que había a lo largo de la avenida. No era una de las zonas más refinadas de Dinamarca la verdad, pero no me disgustaba.
Él llevaba un rato sin hablar, ya no bromeaba. Era como si al subirse en la moto, madurase y dejara los infantilismos atrás, junto con las rayas blancas de la carretera.
Yo tampoco decidí decir nada, solamente me dejé llevar por el momento.

-Quédate aquí y no vengas hasta que yo no te avise,¿podrás aguantar estar 5 minutos sin mí?
-¿Crees que voy a hacer lo que me digas?
-Hazle un favor al mundo y deja esa actitud tan insoportable, en serio, me pones de los nervios.

No quise añadir nada. Es cierto que estaba actuando de una manera un tanto borde con él pero, tampoco es mi culpa. Hace que esté a la defensiva cada vez que dice algo y no puedo controlar esa fierecilla sin domar que hay en mi interior y que está ansiosa de salir.

-¿Es la señorita tan amable de acompañarme? Pero, antes, ponte esta venda en los ojos.
-De acuerdo.
-¿Ves? Así de simpática estás mucho más guapa.

No puedo evitar ruborizarme. Camino despacio tras él, que me guía a través de su voz. Noto una brisa fresca, demasiado para estar en pleno verano pero, eso no es lo que importa. Tengo tantas ganas de quitarme la venda que no puedo evitar dar saltitos de entusiasmo mientras no dejo de quejarme. Alejandro está callado y solo se pueden escuchar mis suspiros de impaciencia. Se ríe, debo parecer una auténtica idiota en este momento. Ahora que me doy cuenta, no voy lo que se dice arreglada ni mucho menos...No es lo que importa.

-Sé que te parecerá una tontería pero este es mi rincón favorito de Nueva York...

Al quitarme la venda no podía creerme que estaba en la terraza de uno de los edificios más altos de Nueva York. Allí estaba yo: sobre un pequeño escalón que me alzaba más de lo que la vista alcanza. Miraba hacia abajo y no tenía miedo, me sentía grande. Veía a todas esas personas más pequeñas que yo. Me sentía segura, Alejandro sujetaba mi cintura con sus fuertes manos. Miraba hacia delante y no podía ver nada más hermoso que la ciudad entra bajo un ardiente sol, que ya se escondía tras la Dama de la Libertad. Él tenía razón, es uno de los mejores rincones de la ciudad.

-¿Tienes vértigo y te has quedado paralizada o te he sorprendido de verdad?
-Debo admitir que me has impresionado, gracias.
-No tienes por qué darlas.
-Es realmente hermoso.
-¿Quién, yo?Lo sé, me miro todos los días al espejo.
-Me refería al atardecer. Sabes perfectamente cómo estropear momentos increíbles ¿eh?
-También puedo intentar arreglarlos pero, la manera, dejaré que la descubras tú sola.

Nos quedamos allí, contemplando aquella hermosa despedida del sol mientras nos conocíamos.

-Bueno, cuéntame, ¿qué te trae por la maravillosa ciudad de Nueva York?
-Estoy aquí para terminar mis estudios, independizarme y empezar de cero con otros aires.
-Interesante, seguro que dejarías a muchas personas queridas en tu país.
-Sí, bueno...pero me alegra haber cambiado España por esto. Allí por lo menos no tengo que verle la cara al idiota de mi ex novio.
 -Me dejas claro lo de no salir contigo.
-¿Por qué? Es decir, no me importa pero, ya que lo has dicho...
-La única razón por la que no saldría contigo es porque si te dejase, me pondrías verde por ahí con algún desconocido del que no sabes nada.
-Bueno...no tiene por qué-los colores del atardecer se refugiaron en mi cara.
-¿Estás diciendo que saldrías conmigo?
-No te inventes nada, deja ya el tema y cuéntame algo de ti ¿no?
-Ignoraré esos coloretes que te han salido...¿qué quieres saber?¿te interesa mi vida?
-Era por ser educada, puedes hacer lo que quieras.
-Con que lo que quiera ¿eh?

Echó una última carcajada al aire y al final se fue de rositas sin contarme nada. Por lo menos dejó las bromitas a un lado para ponerse serio por un momento...Preferiría que no se hubiese puesto serio. Cuando me despisté y miraba hacia otro lado, al volver la cara, me besó en la mejilla. Y sin saber por qué, dejé que lo hiciera sin rechistar, solamente, fui una niña buena quizás porque me gustaba su faceta tierna que pocas veces había mostrado hoy.

-¡Madre mía! Es super tarde, tengo que irme pero, no tengo quién me lleve...
-Te llevará el mismo que te ha traído si te parece bien.
-Gracias, te has portado como nadie lo ha hecho conmigo hoy...

Bajamos las escaleras y no sería lo único que bajamos de tanto caminar por la acera. Cuando llegue al apartamento y me pese en la báscula, creo que encontraré una leve pérdida de peso. Al final este chico me va a ayudar a adelgazar y todo. Me ha dejado en la puerta y se ha ido como si nada. Es mucho mejor, me ahorro las despedidas y lo que pueda pasar al final de ella...
Me ha dado por cantar en la ducha. Las maletas están deshechas ya, así que ahora puedo relajarme y sentarme un rato a ver la televisión tranquilamente. No hay mucho que ver en Nueva York, demasiada MTV. La apago porque no hay demasiadas ganas de televisión, además el casero me echaría también la bronca porque gasto mucha luz, y me asomo a la ventana.
Luna Nueva, como la vida que me espera aquí. Son muchas las emociones vividas hoy y estoy cansada. No es sueño, simplemente, ganas de estar tumbada en la cama bajo las mantas ya que la calefacción está estropeada. Suena el teléfono, seguro que será el casero otra vez quejándose por algo. Decido pasar de él, pero insiste. Es número desconocido, me tiembla la mano, no será...

-¿Quién es?
-¿Te he despertado?-era él, podía reconocer su voz.
-No, estaba dando vueltas en la cama, pensando.
-En mí seguramente.
-Te lo tienes muy creído y encima te fuiste sin despedirte.
-Por eso te estoy llamando ahora, tenía mal sabor de boca-voz seria-Buenas noches princesa.
-No soy ninguna princesa, no tengo ningún príncipe azul.
-Yo te puedo encontrar alguno, aunque no sea azul.

Colgó el teléfono. Ahora soy yo la que no se ha despedido. ¿Qué habrá querido decir con lo de encontrarme un príncipe? Esperemos que no haga nada raro.

Pienso en él. La primera vez que lo vi no me transmitió mucha confianza pero, al final ha resultado ser un chaval encantador. Ahora, una de las cuestiones está resuelta: son verde agua.




No hay comentarios:

Publicar un comentario