-¡Alejandro!¡Alejandro!
-¿Qué quieres ahora Derek?¿No has visto la hora que es?
-Quizás el que no ha visto la hora eres tú.
-Quizás el que no ha visto la hora eres tú.
-Joder las 9:00, papá me va a matar.
-Controla ese vocabulario y baja a desayunar, papá y mamá no están de humor.
-Que redicho eres Derek, enróllate de vez en cuando y cambia esa actitud.
Derek es mi hermano mayor. Bueno mayor por sólo unos minutos. Él se llevó esos minutos de ventaja que me restriega tantas veces cuando hago alguna de las mías pero, se ve a la legua quién se ha llevado la belleza de los dos. Pobre, le digo varias veces que nos haga un favor, no solamente a mí, a toda la casa y al resto del mundo si puede ser, poniéndose una bolsa de papel en la cabeza. Después de que le diga esto, se pone como una fiera y no hay quien lo pare. Aunque se lo diga, el chaval está bien y no es tan molesto de ver, es más, tiene un lado adorable.¿Qué digo? Es mi hermano y no debería darle tanta coba, con los minutos de ventaja, ya tiene bastante.
Bajo a desayunar a toda prisa. Mis padres no son de esos que tienen un día completo para estar con sus hijos y el desayuno es uno de esos momentos en los que nos hacen un hueco, no me gusta desaprovechar oportunidades, además, tengo algo muy importante que comunicarles.
-Bueno días mamá-mi madre me besa en la mejilla-Hola, papá.
-Por fin has parecido,¿qué tal has dormido hijo?
-Bien, gracias, el colchón nuevo es estupendo-miento, preferiría dormir en el sofá cama.
-¿Dónde te metiste ayer?Estuvimos llamándote al móvil y no contestabas.
-Cierto, te perdiste una estupenda cena con los Rodríguez.
-Lo siento, se quedaría sin batería-lo vuelvo a hacer, lo apagué yo intencionadamente-seguro que hay más oportunidades para cenar con ellos.
Mi padre me echa una mirada amenazante. No le ha gustado esa expresión y no quiere que la repita. Capto la indirecta. El sr. Rodrígez es el jefe de mi padre. Se cree divertido y fuma como un camionero. Resulta asfixiante el olor a tabaco que trae siempre y esa sonrisa amarillenta que brilla menos que su calva. Se casó por cuarta de vez con una mujer odiosa que sólo busca dinero pero, que según ella, está muy enamorada de su marido. Tienen una hija más odiosa que su madre. No me deja en paz y me atosiga todo el rato. Me persigue y una vez la encontré espiándome mientras me vestía en el cuarto de baño. Aquí llega Simón con el café.
-Simón, ¿puedes servirme un poco de café por favor?
Simón forma parte del servicio. Mis padres la contrataron cuando tenía 18 años. Yo solamente tenía 6 y estaba prendado por ella pero, los años no perdonan y ahora creo que es ella la que está prendada conmigo. No se lo tengo en cuenta porque son mis imaginaciones. Está casada y encima, tiene 4 hijos. La pobre mujer no ha perdido el tiempo. Lo que más me gusta de ella, es que sigue trabajando con nosotros después de todo aunque haya tenido millones de oportunidades para irse. A mí y a Derek nos trata como si fuéramos todavía unos niños pero, es normal que la pobre mujer lo piense...En cambio, a Samanta la trata mejor que quiere. Es su ojito derecho. Si tuviera que salvar a uno de nosotros tres, no se decantaría, nos quiere demasiado. O eso creo.
Samanta es mi hermana pequeña. Pequeña de edad, porque en inteligencia y corazón nos gana a todos. Está en 2º de secundaria y saca unas notazas. No es porque sea mi hermana pero, ha salido a mí. Más quisiera yo parecerme un poco a ella en ese tema. Aún no entiendo cómo puede sacar esas notas, sabiendo que la mayoría de las tardes abre un poco el libro, se lee un par de veces la lección y luego hace los deberes en unos 30 minutos mientras que yo tardo toda una tarde. Después merienda y se va a su habitación a parlotear con sus amigas sobre un tal Marcos. Lo sé porque su habitación está junto a la mía y no es que mi hermana tenga un tono de voz bajo. Consigue todo lo que quiere con esos ojos de niña buena y esa cara de no he roto nunca un plato. Así consiguió a Wilfredo, nuestro perro. No entiendo muy bien todavía por qué le puso ese nombre pero ella es la dueña legalmente y sus motivos tendrá. Lo recogimos siendo un cachorro. De todos los perros de la perrera mi hermana se fijó en el más enclenque. En realidad, entiendo perfectamente a mi hermana, era el único que no paró de ladrar desde que entramos en la perrera. Me rompe las zapatillas, me esconde las pelotas de béisbol y siempre se pone bajo mi cama. Después, encima, si le piso el rabo por la noche cuando voy al baño con los ojos cerrados, se queja y ya tengo a mi hermana en la habitación echándome el sermón. No sé cómo lo hace pero, siempre acabo siendo yo el malo de la película. Wilfredo es nuestro perro y como tal, siempre ha sido fiel y nos ha llenado la cara de babas cuando más lo necesitábamos. Incluso cuando mis hermanos y yo discutimos, siempre empieza a ladrar para que paremos. Es genial, se parece a mi hermana en ese sentido. Hablando de la reina de Roma, por ahí viene.
-¿Todavía estáis todos en pijama?Hace un día estupendo para ir a navegar,¿qué os parece?
-No podemos cielo, tenemos unos asuntos que resolver. Otro día quizás.
-Papá, es domingo...¿no podrías olvidarte de los asuntos por un día?
-Samanta, no, esta vez no.
-Sam, para, ya has escuchado la decisión de papá-mi hermano siempre le hace la pelota a papá.
-Papá yo también tengo que preguntarte una cosa...-me lancé al mar de tiburones.
-Lo siento hijo, se hace tarde y tenemos que coger un avión, espero que disfrutéis del día.
Mamá me mira apenada pero, seguidamente, coge el bolso y la maleta y sale tras papá. Ojalá no estuvieran tan ocupados.
-Bueno, os dejo desayunar tranquilos, voy a llamar a Claudia para ver si quiere quedar hoy.
Claudia es la novia de mi hermano. Un caso aparte.
-Yo ya he terminado. Simón, ¿voy a salir vale?Había quedado unas amigas, ya que sabía que lo de navegar no iba a salir bien. Hasta luego Alex.
-¿Te ayudo a recoger Simón?
-No te molestes Alejandro, vete a dar una vuelta por la ciudad.
-Eres un Sol.
-¡Ah! Por cierto te han llamado hace un rato al teléfono móvil. Una tal Andrea Domínguez. Dice que te espera en tu rincón de Nueva York a las 12:00 y que no te retrases.No ha dicho nada más y me ha extrañado que...
-No te preocupes Simón. Parece que alguien se ha quedado con ganas de mí. Adiós.
Subo a mi habitación. Me preparo con calma, es de caballeros hacer esperar. Me tumbo a escuchar música en la cama. Beautiful, esa palabra va perfecta con su cara. ¿Qué digo? No le llega ni a la suela del zapato. Ella es mucho más que beautiful. Cierro lo ojos, por un rato no pasará nada, todavía son las 10:00. ¡Mierda! ¡Las 11:45! Encima se me ha arrugado la camisa. La llamaré y le diré que llegaré más tarde. La terraza está muy lejos de aquí y no tengo quien me lleve.
Haré lo que pueda y no le diré nada. Una vez allí ya me inventaré alguna escusa.
Cojo la agenda.Salgo por la puerta corriendo, por lo menos voy presentable y las arrugas de la camisa han desaparecido.
-¡TAXI!-para uno, por suerte, a la primera.
-¿Dónde le llevo?
-A Central Park, por favor. Tengo prisa.
El tipo pone el contador en marcha. Mira por el espejo retrovisor una y otra vez pensando que no me doy cuenta de nada. Por fin, se digna a hablar.
-Oiga,¿usted no es...?
-Siento interrumpirle pero, hemos llegado y tengo mucha prisa. Gracias por todo, aquí tiene y puede quedarse con el cambio.
-¡Gracias chico!
¿Me habrá reconocido realmente?Da igual, no estoy para pensar en esas cosas. Tengo que atravesar todo el parque en cinco minutos y después subir los 200 peldaños de las escaleras del edificio.¡Misión imposible! Como mi abuela dice, nada es imposible si crees que no lo es, así que seremos positivos por un momento. Corro por todo el camino y siento que la gente me mira con cara rara, pero, me divierte pensar que creen que soy un ladrón que está huyendo de la policía. Si ellos supieran que estoy a punto de superar una mínima del atleta más rápido del mundo por una chica a la que apenas conozco, seguro que se reirían mucho más. Llego sano y salvo. Allí está, apoyada en la barandilla. Me ha visto y me hace señas con la mano. Cojo aire y voy a su encuentro.
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