martes, 27 de marzo de 2012

Capítulo 5.


Está todo oscuro. Me levanto de la cama y subo la persiana con los ojos entreabiertos. Hay algunos rayos de sol que se asoman tímidamente entre las nubes. Es un día de esos para quedarse todo el día en casa, con la chimenea. Pero, ni aquí hay chimenea, ni yo me voy a quedar en casa.
Jeil sigue durmiendo. Me da pena despertarla y le cierro la puerta para que no escuche el ruido. Preparo un café en la cafetera nueva. Añado dos terrones de azúcar y le doy un sorbo. Salgo al balcón. Recuerdo el final del día que tuve ayer. Después de aquello me acompañó hasta aquí, hasta mi casa. Dejamos que las miradas tomasen el control. Me abrazó, me sentí segura y se marchó. ¡Qué noche! Lo mejor estaba por llegar y tenía razón. Aquella chica de anoche, la misma que sonreía y se sentía especial era yo, sin tapujos, y tengo miles de fotos para demostrarlo...Las fotos. Regreso al salón y cojo la cámara. Empiezo a verlas todas y me paro en una, es la foto que me hizo en contra de mi voluntad. Por una vez en la vida, salgo bien. Una sonrisa natural y espontánea. Me gusta la foto. Sigo adelante y llego a la que es, sin duda, la mejor de todas. Es la foto en la que sale él. ¿Por qué no puedo dejar de mirarla?Vamos Andrea, concéntrate, es solamente una foto. Oportunamente, Jeil aparece como un fantasma detrás de mí, no porque me asustase, si no porque tiene mala cara, de dormida. Anoche salió y no volvió hasta tarde. Apago la cámara para que no vea las fotos pero, está bastante más despierta de lo que pensaba.

-¿Qué escondes ahí?Me encantan las fotos, ¡déjame ver!
+No, son solamente fotos de la lluvia de estrellas.
-Am, en ese caso no te importará que las vea...

Me quita la cámara y empieza a ver las fotos. El corazón se me acelera. Se queda embobada mirándolas pero, todavía no ha llegado a la foto en la que...

-¡Andrea!¡Andrea!¿Qué hace una foto de Alejandro en tu cámara?- me impacta bastante su reacción.
-¿Es que lo conoces?Pues nada me lo crucé y...
-¿Estáis saliendo?¿Te das cuenta de que estás saliendo con Alejandro?
-Jeil, déjalo. No me importa nada y no, no estoy saliendo con él.

Me voy a mi habitación y pego un portazo tras de mí. El sol se ha ido, así como mis ilusiones. Me tiendo en la cama y pongo la radio. Un poco de música pop para relajarme. Una vez más, tengo un montón de preguntas sin respuesta.¿Por qué Jeil habrá reaccionado así?¿De qué lo conoce?¿Qué querría decir con lo de que me tengo que dar cuenta de que estoy saliendo con él?¿Qué digo?¿Estamos saliendo?¿Pasará de mí la próxima vez que nos veamos?¿Habrá una próxima vez?¡Mierda Andrea, mierda! Hace frío fuera. No tengo ganas de salir hoy... Un baño de agua caliente no me vendría nada mal. Cojo un jersey de hilo azul de cuello a la caja, unas mallas marrones y unas botas de pies de oso para después. Dejo una toalla detrás de la puerta y la cierro con pestillo. Preparo el baño y coloco sales aromáticas en la bañera. Me desnudo, despacio, sin prisa. Me hago un recogido alto con el pelo. Un mechón asoma tímidamente hasta dejarse caer por mis mejillas. Meto el pie poco a poco en el agua. Temperatura perfecta y entonces...RING RING. Joder que susto. El teléfono fijo del apartamento ha empezado a sonar. Le grito a Jeil para que lo coja pero debe de tener los cascos puestos y la música a tope. No se entera ni a la de tres. El baño tendrá que esperar. Me lío en la toalla y salgo corriendo dejando tras de mí un rastro de gotitas de agua por el pasillo. Lo cojo rápido. Número desconocido, será...

-¿No sales hoy?-la perfección tiene mi numero pero, me hago la difícil, o eso intento.
-No lo sé. No hay nada interesante en la ciudad hoy.
-Yo estoy todos los días en la ciudad, soy lo más interesante. Los turistas vienen para conocerme.¿Qué creías, que venían para ver una estatua verde?Teniéndome a mí por favor...
-Eres de lo que no hay...
-Bueno,¿sales o no?
-Hace frío, me quedaré en casa, si quieres...
-¿Me vas a invitar a pasar la tarde en tu casa?
-Si me dejases terminar, sabrías que no es esa mi intención. Decía que si quieres mañana podemos quedar en algún sitio. Es domingo y seguro que no tienes planes.
-¿Estás segura?¿Sabes cuántas chicas querrían estar ahora mismo al otro lado del teléfono?Bastantes y no es un decir...Siéntete afortunada.
-Claro, ahora va a ser que me ha tocado el premio gordo.
-Todavía no he tocado nada.
-¿Todavía?No perdona, ni todavía ni nunca.
-No dirás eso el día en que estés locamente enamorada de mí o,a lo mejor, ese día ha llegado ya...
-No me hagas reír.
-Admítelo, te pongo nerviosa. Lo puedo notar en tu voz.
-¿Entiendes mucho de voces?
-Puede, toco la guitarra y el piano. Estuve cinco años en el conservatorio y tengo un grupo. Soy el vocalista.Si eso para ti es entender de voces, pues sí, entiendo de voces.
-¿Un grupo?No lo sabía.
-Sí, pero necesitamos una vocalista femenina.
-Si tengo un hueco en mi apretada agenda, podría ir a veros de vez en cuando y ya puestos, te dejo boquiabierto.
-¿No habías propuesto algo sobre quedar mañana?Pásate por el café que hay cerca de Central Park.
-¿El que tiene un cartel con luces de neón?
-Sí, ese. Tocamos allí a las 22:00 h. Te espero. Vas a tener el honor de entrar el camerino del bajista. Estarás dando saltos, me imagino.
-De acuerdo, allí a las 21:55 h.
-Bueno, que disfrutes de tu baño. Adiós.
-Espera, ¿cómo sabes que...?

Y cuelga. ¿Cómo sabe que voy a darme un baño?Este chico cada día me sorprende más. Mejor, la rutina me aburre y necesito emociones fuertes. Justamente, ahí. Cuando iba a ducharme, cuando estoy más tranquila, aparece un número oculto que resulta ser de un chico al que apenas conozco que está cambiando mi vida aquí radicalmente y que pone en descontrol mis sentidos. Hoy le ha tocado a mi voz y al gusto. El gusto porque me está empezando a gustar su manera de actuar. Dejo de pensar en su llamada y me encierro en el baño de nuevo. Bajo la persiana y cierro la ventana, por si acaso. No espero más y me sumerjo hasta la barbilla, quizá un poco más. Hago burbujas con el jabón y canto canciones absurdas mientras lo pongo todo perdido de agua. Me siento a gusto, en mi salsa. Tras media hora en la bañera, con los dedos como pasas y más relajada que nunca, salgo. Me seco bien el pelo con la toalla. Hay un secador, pero no me convence la idea. Lo peino con delicadeza. El peine arrastra tras de sí los enredos que son pocos. Unos pocos pelos caen al suelo. Los recojo y los arrojo a la papelera. La ropa interior es la más normal del mundo, blanca con encajes. Me visto despacio. Abro la puerta y entro en la realidad. Voy a la cocina a prepararme un sandwich y Jeil aparece apoyada en la barra de la cocina.

-¿Con quién hablabas? Salí antes y cuando he vuelto iba a llamar a una compañera y he visto que la línea estaba ocupada.
-Se habían equivocado-si le dijese que era él, provocaría una explosión en ella.
-¿Equivocado?En tal caso, ¿por qué te has pasado veinte minutos hablando con un desconocido?
-Parece que lo tienes muy controlado. No te preocupes, no era importante-para ella no lo era-¿dónde habías ido?Apenas he notado que no estabas...
-Mientras te bañabas salí a pedirle azúcar a Alejandro. Le conté lo que me habías dicho y se rió. Le dije que te estabas bañando y empezó a interesarse. Me pidió el número de teléfono del apartamento para localizarte.¿Te ha llamado ya?
-No...-mentiras y más mentiras.

Me quita el sandwich de la mano y se sienta en el sofá a ver una película de dibujos animados. Es una vaga y una cotilla pero, es divertida. Me grita algo desde el sofá.

-Ya sé que es él el que te ha llamado,¡no soy tan tonta como parece!¿Me has oído?

La oigo perfectamente pero, aún así, me hago la sorda y la ignoro. Paso por delante y me intenta impedir el paso poniendo la pierna en horizontal, pero paso por encima como si nada. Me mira molesta pero, no puede aguantarse la risa y estalla en una carcajada. La miro y le sonrío simpáticamente. Después, me aparta para poder seguir viendo la película. Me siento en un sillón que hay junto a la ventana. Tengo esa manía, siempre junto a la ventana. Me quito las botas y pongo los pies arriba, tengo unos calcetines bien gordos así que no me preocupa el frío. Me da por mirar al edificio que hay enfrente. Y entonces lo veo. Está allí, tan tranquilo. Alejandro. Miro otra vez porque no me fío de mis ojos en días así. Por una vez, todo lo veo claro. Vive a medio minuto de mí, y no me había dado cuenta hasta ahora. La ventana de la cocina tiene vistas de primera fila a mi baño...



No hay comentarios:

Publicar un comentario